Volumen
5 / Nro. 15 / Septiembre - diciembre 2023 / SN: 2708-6305 / ISSN-L: 2708-6305 /
Pág. 8 – 21
Relación
entre inteligencia emocional y la resolución de conflictos en estudiantes de
educación media
Relationship between
emotional intelligence and conflict resolution in high school students
Fredy
Javier Guarnizo Ante
fredyjavierguarnizo@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-7139-7960
Mirtha
Celedonia Portela Huertas
mirtha.portela@fundes.edu.co
https://orcid.org/0000-0002-7620-9367
Juan
David Vera Suárez
juan_vera91@hotmail.com
https://orcid.org/0000-0002-6903-0879
Fundación
de Estudios Superiores Monseñor Abraham Escudero Montoya. FUNDES. Tolima,
Colombia
https://doi.org/10.61287/warisata.v5i15.7
Artículo
recibido. 02 de abril 2023 | arbitrado: 03 de mayo 2023 | aceptado: 06 de julio
2023 | publicado: 01 de septiembre 2023
RESUMEN
La
educación ha puesto mayor énfasis a lo académico; sin embargo, la sociedad actual
demanda mayor atención al desarrollo de habilidades socioemocionales, algunos
estudios han puesto en evidencia la importancia de estas competencias en la
resolución de conflictos y la necesidad que sean abordadas desde el ámbito académico.
Por ello, la presente investigación tuvo como objetivo determinar la relación
entre inteligencia emocional y la resolución de conflictos en estudiantes de
educación media. Se trabajó bajo el paradigma cuantitativo con diseño
transversal-descriptivo. La técnica de recolección de información fue la encuesta
y el instrumento el cuestionario. Los resultados permitieron evidenciar que los
estudiantes tienen una inteligencia emocional subdesarrollada y que en
situaciones de conflictos son renuentes a escenarios de colaboración y compromiso.
Se concluyó que las habilidades emocionales y las competencias para resolución
de conflicto son deficientes por lo que se sugiere el desarrollo de actividades
académicas para optimizarlas.
Palabras
clave:
Inteligencia; Emoción; Resolución de conflicto; Compromiso; Educación Media
ABSTRACT
Education has placed greater emphasis on academics; however,
today’s society demands greater attention to the
development of socio-emotional skills; some studies have
highlighted the importance of these
skills in conflict resolution and the need for them
to be addressed from the academic
field. Therefore, the objective of
this research was to determine the relationship between emotional intelligence and conflict resolution in high school students. We worked under
the quantitative paradigm with a
transversal-descriptive design. The
data collection technique was the survey
and the instrument was the questionnaire.
The results showed that students
have underdeveloped emotional intelligence and that in conflict situations they are reluctant to engage
in collaboration and commitment
scenarios. It was concluded that
emotional skills and conflict resolution skills are deficient, so the development of academic activities
is suggested to optimize them.
Keywords: Intelligence;
Emotion; Conflict resolution; Commitment; Middle education
INTRODUCCIÓN
Relación
entre inteligencia emocional y la resolución de conflictos en estudiantes de
educación media9Volumen 5, Nro. 15 Septiembre - diciembre 2023 ISSN: 2708-6305
/ ISSN-L: 2708-6305 / www.revistawarisata.org INTRODUCCIÓN La educación a lo
largo de la historia se ha inclinado más hacia lo cognitivo dando mayor
importancia al desarrollo académico, pero el acelerado contexto en el que se
vive en la actualidad demanda que los ciudadanos desde edades tempranas
adquieran habilidades emocionales para una mejor convivencia, entendiendo que
estas son esenciales para que las personas se desenvuelven asertivamente por el
complejo mundo en el que se vive hoy con escenarios que cambian constantemente,
donde la tecnología ha hecho que la comunicación sea instantánea y la globalización
ha ocasionado que el mundo parezca más pequeño, que todo está al alcance de un
clic, es fundamental que las personas desarrollen estas habilidades para un
mejor desempeño tanto en el ámbito personal como profesional.
Al
respecto, Bisquerra (2003) afirma que el siglo XX estuvo enmarcado en una
educación academicista y que es a finales de dicho período cuando se inicia el
cambio con los primeros estudios sobre inteligencia emocional (IE), pero no es
hasta la década de los 2000 cuando se observa una progresiva sensibilización en
torno al desarrollo emocional en las instituciones educativas. La evidencia
empírica ha puesto de manifiesto la importancia de la Educación Emocional en
las instituciones académicas al demostrar sus efectos positivos; tales como,
disminución de ansiedad, estrés, resiliencia y manejo de conflictos, entre
otros. La declaración de Bisquerra resalta los cambios significativos que se
están produciendo en el mundo académico en el inicio del siglo XXI. El enfoque
tradicional de la educación que enfatizaba el desarrollo cognitivo no fue
suficiente para preparar a las personas para las complejidades del mundo
moderno. La inteligencia emocional surgió como un factor crucial para lograr el
éxito en el ambito personal y profesional en un mundo
tan acelerado y cambiante.
En este
sentido, Bisquerra (2012) define la inteligencia emocional como la “habilidad
para tomar conciencia de las emociones propias y ajenas, y la capacidad para
regularlas” (p. 9) y la misma es entendida por Bisquerra (2011) como la
respuesta educativa a las necesidades sociales que no están suficientemente
abordadas en los espacios académicos, en donde el autor propone un modelo que
contempla cinco fases: 1. Conciencia emocional; 2. Regulación emocional; 3.
Autonomía emocional; 4 Competencias sociales y 5. Competencias para la vida y
el bienestar, las dos últimas vinculadas con la comunicación efectiva, respeto
hacia los demás, actitudes sociales, adaptabilidad a diferentes personas y
contextos y asertividad ante los problemas.
La
optimización de la inteligencia emocional desde los espacios académicos a
temprana edad puede contribuir de manera favorable a una mejor convivencia
dentro de las instituciones educativas; ya que, esta tiene una participación
activa en cuanto al manejo de las emociones que pueden presentar tanto los
estudiantes como los docentes; donde se busquen soluciones alternativas, que
permitan resolver los conflictos en el momento en el que puedan surgir. De
acuerdo a lo planteado por Bisquerra (2012) la inteligencia emocional es una
habilidad esencial que puede ayudar a las personas a desenvolverse con éxito en
sus entornos sociales y emocionales. Cuando se trata de espacios académicos,
desarrollar la inteligencia emocional puede tener un impacto positivo en toda
la comunidad educativa. Esto incluye tanto a estudiantes como a profesores,
quienes a menudo enfrentan desafíos emocionales en el aula. Para los
estudiantes, desarrollar la inteligencia emocional puede ayudarles a gestionar
más adecuadamente sus propias emociones y la de los demás y enfrentar mejor los
conflictos de su cotidianidad, tanto dentro como fuera de la institución
educativa.
Al
respecto, Santos (2018) ha señalado que, por lo menos el 82% de los conflictos,
que se presentan al interior de las aulas de clase, se deben a un inadecuado
manejo de las emociones por parte de los estudiantes y la carencia de
habilidades en el personal docente, que les dote de la capacidad de brindar el
acompañamiento adecuado a los estudiantes, al momento de hacer frente a este
tipo de situaciones. La gestión emocional es una habilidad esencial para la
vida, que ayuda a las personas a regularse en diferentes situaciones, ya sean
positivas o negativas. En el entorno escolar, esta gestión juega un papel
crucial en la creación de un escenario propicio para el aprendizaje. Los
estudiantes con habilidades adecuadas de emocionalidad pueden gestionarse de
manera más eficaz; lo que, les permite centrarse mejor en sus estudios e
interactuar de manera más positiva y asertiva con sus compañeros y profesores.
De
acuerdo a lo planteado por Goleman (1996) y Bisquerra (2011) la primera fase
para el desarrollo de la IE es la conciencia emocional, la cual está orientada
al autoconocimiento; es decir, a la comprensión de las propias emociones,
sentimientos, ideas y pensamientos. En este sentido, cobra importancia algunos
instrumentos de medición de las capacidades de estas variables, como el
propuesto por Bar- on (2000) que permite evaluar las
habilidades emocionales tanto intrapersonales, como interpersonales o el de Kilmann y Thomas (1977) que posibilita la valoración de la
manera en que cada individuo enfrenta los conflictos. Lo que es de mucha
utilidad en el ámbito académico para tener un punto de partida desde donde
iniciar con cada estudiante o grupo. A la par de permitirle al estudiante
realizar esa autoconciencia emocional a la que hace referencia Bisquerra (2011)
y Goleman (1996).
Entendiendo
que al fortalecer la inteligencia emocional y las
habilidades de resolución de conflictos, los estudiantes adquieren herramientas
fundamentales para enfrentar los desafíos emocionales y sociales que pueden
encontrar en su trayecto educativo. Estas habilidades no solo les benefician
durante la educación media, sino que también les proporcionan una base sólida
para su desarrollo personal y profesional a largo plazo. En resumen, de acuerdo
a los autores mencionados hasta ahora al promover la inteligencia emocional y
las habilidades en resolución de conflictos a través procesos psicoeducativos
en los estudiantes de Educación Media se fortalece de manera significativa,
fomentando su bienestar emocional, su habilidad para adaptarse de manera
positiva a diferentes contextos y su capacidad para enfrentar y resolver
conflictos.
En este
orden de ideas, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura [UNESCO] (2023) publicó una propuesta de pautas y
orientaciones para la implementación del aprendizaje socioemocional, el texto
constituye un modelo para generar espacios de aprendizaje socioemocional en
cuatro escenarios: el aula, la escuela, el territorio y el sistema educativo de
manera conjunta. Del mismo modo, el documento presenta los factores de
apropiación de dicho conocimiento y puntualiza escenarios para el aprendizaje
socioemocional, como por ejemplo las prácticas pedagógicas y formativas, de
bienestar, conformación de equipos, desarrollo de espacios culturales, mejorar
al marco curricular y conformación de comunidades y redes.
Siguiendo
esta misma línea de pensamiento, Molina-Isaza y Nova-Herrera (2023) señalan la
importancia del desarrollo de la inteligencia en las instituciones educativas;
para lo cual, se requiere implementar programas formativos diseñados desde las
necesidades específicas de cada contexto y adecuados a cada etapa; lo que, a
criterio de los autores constituye un reto para la escuela actual, debido a que
desarrollar la inteligencia emocional es una oportunidad para la prevención y
resolución de conflictos. Del mismo modo, Zambrano-Cruz y Lazo- Moreira (2022)
exponen la vinculación existente entre el desarrollo de la IE y de las
habilidades de resolución de conflictos y destaca la importancia del desarrollo
u optimización de ambas por los beneficios que aporta al alumnado y al
profesorado; en este sentido, los autores proponen que el objetivo principal de
la educación debe estar orientado a ofrecer una educación emocional al alumnado
que aporte herramientas para la resolución de conflictos y el desarrollo de las
habilidades sociales en línea general.
En el
caso de la institución objeto estudio se evidenció a través de observaciones
empíricas poco manejo de las habilidades propias de la inteligencia emocional y
resolución de conflictos, y de acuerdo a la revisión literaria la ausencia o
pocas habilidades en estos temas, es una problemática en los diferentes
escenarios en los que se producen acciones encaminadas al desarrollo de
procesos educativos, sumado al poco interés que se le presta a estos
constructos; en este sentido, se planteó la siguiente interrogante ¿Cómo
influye la inteligencia emocional en el desarrollo de habilidades para la
resolución de conflictos en estudiantes de educación media?
En
consecuencia, el presente estudio tuvo como objetivo determinar la relación
entre inteligencia emocional y la resolución de conflictos en estudiantes de
educación media con lo que se estableció el nivel de inteligencia emocional y
se identificaron las habilidades para la resolución de conflictos presentes en
los estudiantes intervinientes, para interpretar si la inteligencia emocional y
las habilidades de resolución de conflictos están o no vinculadas.
MÉTODO
Se
trabajó bajo el paradigma cuantitativo entendido por Hernández et al (2014)
como aquellos estudios que implican la recopilación de datos de naturaleza
numérica con el propósito de medir un fenómeno en función de su intensidad o
frecuencia de ocurrencia. Con diseño no experimental transversal de tipo
descriptivo, entendidos como estudios que indagan un contexto de estudio con
intención puramente descriptiva. Al respecto, Hernández-Sampieri y Mendoza
(2018) señalan que los estudios de naturaleza transversal y descriptiva tienen
como objetivo explorar el nivel o estado de una o más variables en una
población en un punto específico en el tiempo. En otras palabras, su propósito
principal es describir variables y analizar su incidencia e interrelación en un
momento determinado.
Para la
recolección de la información se trabajó con la técnica de encuesta e
instrumento el cuestionario. Para ello, se emplearon dos ya validados y de
amplio reconocimiento para la medición de las variables de este estudio; el
primero fue el Inventario de Inteligencia Emocional EQ-I desarrollado por Bar-on (2000); el cual, abordan los factores de la inteligencia
personal, emocional y social, evaluados a través del inventario del cociente
emocional y el segundo fue el cuestionario de Kilmann
y Thomas (1977) que permite identificar las preferencias de las personas en
cuanto al tipo de estilo que emplean para resolver conflictos en diversas
situaciones.
La
población estuvo constituida por los estudiantes de la Institución Educativa
Sor Josefa del Castillo ubicada Guamo Tolima (Colombia), el muestreo fue de
tipo probabilístico entendido por Hernández et al (2014) como el tipo de
muestra que se elige según la conveniencia de investigador, que le permite
seleccionar de forma arbitraria los participantes y las cantidades que puede
haber en el estudio. Para esta investigación se seleccionaron 30 estudiantes de
Educación Media, específicamente de 11mo grado con edades comprendidas entre 15
y 17 años.
El
desarrollo de la investigación se realizó siguiendo las fases propuestas por
Hernández et al (2014), las cuales se describen a continuación: 1. La idea:
diagnóstico de manera empírica, donde se determinó la necesidad de identificar
la relación existente entre la IE y la resolución de conflictos en la población
objeto de estudio; 2. Planteamiento del problema; 3. Revisión de la literatura
y construcción del fundamento teórico que sustenta la investigación, 4.
Determinación del alcance de estudio, que permitió establecer la tipología
transversal y descriptiva de acuerdo a lo señalado por Hernández-Sampieri y Mendoza
(2018) 5. Diseño de hipótesis y definición de variables, 6. Diseño
metodológico, donde se optó por investigación cuantitativa; 7. Determinación
del tipo de muestreo, el cual fue probabilístico; 8. Inmersión al campo para
recolección de datos, 9. Análisis de los datos recolectados y 10. Elaboración
del reporte de resultados.
RESULTADOS
Inteligencia
Emocional
Para
determinar la inteligencia emocional en la muestra seleccionada se trabajó, tal
y como se mencionó en el apartado de metodología con el inventario de
Inteligencia Emocional EQ-I de Bar-on (2000); que
según el autor es un instrumento diseñado para medir la IE, fundamentado en el
modelo de inteligencia socioemocional de Bar-On
(1988), el cual se ha convertido en uno de los sistemas de medición de esta
inteligencia más utilizados. Dicho instrumento está conformado por 133 ítems en
escala de Likert, distribuidos en cinco componentes y 15 subcomponentes que se
relacionan lógica y estadísticamente a partir de las cuales se obtiene una
puntuación de subcomponentes, componentes y general que permite determinar el
desarrollo de inteligencia emocional del individuo o grupo en el que se aplica.
Los
componentes que permiten medir este instrumento son: 1. Lo Intrapersonal, que
evalúa lo relacionado a cada individuo, conexión con las emociones y
sentimientos propios, abarca los subcomponentes de independencia,
autorrealización, autoconcepto, asertividad y comprensión de sí mismo. 2. Lo
interpersonal, vinculado a las habilidades sociales, tales como,
responsabilidad social, la relaciones interpersonales y la empatía; 3. La
adaptabilidad, relacionado con el modo en que las personas se amoldan a las
exigencias del entorno, evaluando y enfrentando de forma efectiva las
situaciones problemáticas, comprende los subcomponentes de flexibilidad, prueba
de la realidad y solución de problemas; 4. El manejo de estrés, evalúa el
comportamiento ante situaciones estresantes está constituido por los
subcomponentes de control de impulso y tolerancia al estrés y el 5. El estado
de ánimo, que mide la capacidad del individuo para la vida, perspectiva y el
sentirse a gusto en línea general, está conformado por los subcomponentes
optimismo y felicidad.
Los
resultados se expresan de acuerdo al puntaje de cada respuesta en una escala
que va desde 0 a más de 130. Siendo por debajo 70, baja capacidad emocional
inusualmente deteriorada; 70-79 muy baja capacidad emocional, necesita mejorar;
80-89 baja capacidad emocional, requiere optimizar; 90-109 promedio, capacidad
emocional adecuada; 110-119 alta capacidad emocional o bien desarrollada;
120-129 muy alta capacidad emocional, extremadamente bien desarrollada y 130 o
más marcadamente alta capacidad emocional, inusualmente bien desarrollada. En
la tabla 1 se expresan los resultados de la aplicación de este instrumento a la
muestra seleccionada.
Tabla
1.
Resultados del Inventario Emocional EQ-i
Fuente: Elaboración propia.
En la
tabla 1 se expone los resultados obtenidos de la aplicación del instrumento
inventario EQ-I de Bar-on (2000), en donde los
puntajes más bajo son 70,2 en adaptabilidad y 70,5 solución de problemas y el
más alto es 89,0 en asertividad, en una escala del 70 al 130, donde 70 según el
autor denota una baja capacidad emocional inusualmente deteriorada y 130 marca
una alta capacidad inusualmente bien desarrollada; los resultados obtenidos
evidencian puntajes muy bajos en los estudiantes en los diferentes componentes
de la inteligencia emocional de acuerdo a lo planteado por el autor.
Resolución
de conflictos
Para
identificar la manera en que los estudiantes de la muestra seleccionada
enfrentan los conflictos, se trabajó, como ya se ha mencionado, con el test de Kilmann y Thomas (1977), el cual está conformado por 30
preguntas que tiene como propósito evaluar la conducta o estilo del individuo
en situaciones de conflicto o en contextos en donde los intereses de dos o más
personas parecen ser incompatibles. De acuerdo lo expresado por el autor hay
dos dimensiones en las que se puede describir o enmarcar las conductas de las
personas antes situaciones conflictivas; la primera está vinculada a la asertividad, que es la manera en que intenta satisfacer
sus propios intereses y la segunda la cooperación, relacionada con el modo en
que la persona satisface los intereses de las otras personas. Estas dimensiones
pueden emplearse para definir cinco estilos para solventar estas situaciones.
El autor
del instrumento plantea 5 formas de enfrentar los conflictos, el primero hace
referencia al estilo acomodaticio o complaciente donde la persona tiende a
acomodarse o ceder ante los deseos de los demás; el segundo es el colaborativo
donde se busca dar soluciones que favorezcan todas las partes; el tercero es el
estilo competitivo en el que lo importante siempre es ganar a toda costa; el
cuarto es el estilo de evitación, que describe aquellas personas que suelen
evadir las situaciones conflictivas y el quinto estilo es el compromiso que
hace referencia a aquellas personas que buscan situaciones intermedias donde
nadie gana, ni pierde o que todas las partes involucradas deben ceder en algo y
pone atención a las preocupaciones e intereses de todos los involucrados. Los
resultados de la aplicación de este instrumento se expresan en la tabla 2.
Tabla
2.
Resumen de los resultados obtenido del instrumento de estilos de manejo de
conflictos de Kilmann y Thomas (1977)
Fuente: Elaboración propia.
Se
muestra en la tabla 2, un resumen consolidado del análisis de la información
obtenida de la recolección de los datos, en donde se evidenció que el número
mayor de estudiantes se encuentra en el estilo competitivo (26.6%) seguido por
el modo acomodaticio o complaciente (23.3%) y el de evitación (23.3%); mientras
que solo tres estudiantes que representa el 10.0% de los 30 encuestados están
en el estilo compromiso y en colaboración cinco que constituye el 16.6%. Lo que
demuestra que la muestra estudiada es renuente a las situaciones de
colaboración y compromiso, ante las situaciones de conflicto suelen más bien tener un estilo de
evitación o competencia. En este sentido, se evidencia que los estudiantes del
muestreo seleccionado, la mayoría se ubica en los estilos complaciente 23.3%,
competido 26.6% y evitación 23.3% que son los tres estilos que menos saben
enfrentar situaciones conflictivas, mientras que pocos se ubican en los estilos
de compromiso 10% y colaboración 16.6%, que son los modos más favorables y con
mayor manejo de emociones ante la resolución de problemas.
DISCUSIÓN
El tema
de inteligencia emocional ha tenido considerable interés público motivado a
popularización de varios libros que abordan la temática, como es el caso de
Goleman (1995); sin embargo, es oportuno destacar que los componentes básicos
de este constructo teórico se han ido enriqueciendo en las últimas décadas,
específicamente con los trabajos de Bar-On (1988),
Bar-On y Parker (2000) Gardner (1983) Salovey y Mayer
(1990) y Bisquerra (2000; 2010).
En torno
a su definición Goleman (1995) la asume como la manera de relacionarse con el
mundo que pone un gran énfasis en los sentimientos. Engloba habilidades como el
autocontrol, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia,
la empatía y la agilidad mental. Estas habilidades configuran rasgos de
carácter como la autodisciplina, la compasión y el altruismo, los cuales son
esenciales para una adaptación social efectiva y creativa. En este mismo orden
de ideas, Bisquerra (2003) define la inteligencia emocional como la capacidad
de una persona para ser consciente de sus estados emocionales en diversas
situaciones y momentos. Dado que los puntajes de medición revelan niveles bajos
y muy bajos, es imperativo implementar procesos de intervención en la población
estudiada, especialmente en áreas como el estado de ánimo, la adaptabilidad, el
manejo del estrés y las relaciones interpersonales.
Al
analizar los resultados del inventario EQ-I de Bar-on
(2000), se observa que los puntajes oscilan entre 70.2 y 89.0, indicando
niveles bastante bajos en los distintos componentes de la inteligencia
emocional. En términos generales, los participantes obtuvieron un puntaje
promedio de 71.4, lo que sugiere un bajo desarrollo en las capacidades
emocionales y sociales de los estudiantes, con un amplio margen de mejora, de
acuerdo a lo planteado por el autor. Los resultados obtenidos ponen evidencia
lo expresado por UNESCO (2023) y Molina-Isaza y Nova-Herrera (2023) en torno a
la necesidad de desarrollar programas de educación emocional que permitan la
optimización de las competencias emocionales de los estudiantes en todos los
niveles educativos. Entendiendo que las deficiencias en la gestión emocional
pueden ocasionar trastornos en los procesos psicopedagógicos y en el convivir.
Los
hallazgos de este estudio subrayan la necesidad de llevar a cabo intervenciones
en la población estudiada. De acuerdo con Goleman (1995) y Bisquerra (2014)
para cultivar una inteligencia emocional equilibrada, es esencial fortalecer
habilidades como la autoconciencia emocional, que implica la capacidad de
reconocer y aceptar las propias emociones, y el autocontrol o gestión
emocional, que se relaciona con la capacidad de regular las emociones y
sentimiento propios de los demás de manera adecuada frente a situaciones
cambiantes. Además, la automotivación, que implica la capacidad de generar
entusiasmo y motivación interna, y la empatía, que se refiere a la capacidad de
comprender y reconocer las emociones de los demás, son fundamentales para el
desarrollo de la inteligencia emocional. El modelo de Bisquerra plantea además
el desarrollo de competencias para la vida y el bienestar constituidas por un
conjunto de habilidades vinculadas con la capacidad para adaptarse a diferentes
situaciones y contextos y escenarios de una manera responsable, apropiada,
sana, asertiva y equilibrada
En lo que
respecta a la resolución de conflictos, Kilmann y
Thomas (1977) definen el término conflicto como un proceso que inicia cuando
una parte percibe que la otra parte la ha afectado o están por hacerlo de
manera negativa, en algo que la primera parte estima y su manejo se vincula con
la manera en que cada individuo lo enfrenta. Al respecto, Budjac
(2011), manifiesta que el manejo de conflicto es un estado o situación de
incompatibilidad de ideas, pensamientos o emociones entre dos o más individuos,
es decir, cuando un individuo tiene la percepción, perspectiva o creencia de
una necesidad, idea, pensamiento o interés diferente a su contraparte; lo que
genera una situación en desacuerdo que puede abordar diversos cuestionamientos.
En torno
a los resultados obtenidos en el presente estudio se evidenció que la mayoría
de los estudiantes se ubican en el estilo acomodaticio o complaciente (23.3%),
competitivo (26.6%) y de evitación (23.3); mientras que solo el 10% de los 30
encuestados están en estilo compromiso y 16.6% en el colaborativo. Lo que,
evidencia que el poco desarrollo de IE influye en la manera que los estudiantes
hacen frente a sus conflictos. De acuerdo a lo planteado por Kilmann y Thomas (1977) y Budjac
(2011) cada persona tiene habilidades diferentes para hacer frente a las
situaciones conflictivas, algunas incluso actúan como mediadores en situaciones
en las que no están inmersos.
En torno
a esto, Eyssete (1998), citado en Santos (2018), ha
identificado una serie de habilidades esenciales para aquellos que desean
desempeñar el papel de mediadores en la solución de conflictos. Estas
habilidades incluyen la capacidad de reconocer sus propios sentimientos en
relación al conflicto, escuchar atentamente y estar dispuesto a resolver el
problema. Los resultados obtenidos indican la necesidad de llevar a cabo
procesos psicoeducativos en la población evaluada; ya que, los porcentajes más
bajos se encuentran en las áreas de colaboración y compromiso, las cuales son
esenciales para adquirir las destrezas necesarias en la resolución de
conflictos.
En cuanto
al contexto de estudio, los participantes muestran dificultades para percibir
las diferencias como oportunidades para el beneficio mutuo, como ocasiones para
aprender y resolver problemas conjuntamente. Aunque el conflicto puede tener
aspectos amenazantes e improductivos, un enfoque pesimista indiscriminado puede
obstaculizar la capacidad de ver las posibilidades de colaboración y, en
consecuencia, privar a las personas de los beneficios y satisfacciones mutuas
que acompañan a una colaboración exitosa. En cuanto al compromiso, se observa
que a los individuos les resulta difícil establecer un clima de buena voluntad
con otros para evitar problemas. Eviten ser conciliadores en asuntos menores
que son importantes para los demás, lo que puede ser percibido como falta de
disposición.
La
aplicación de los instrumentos seleccionados permitió identificar en primer
lugar que los niveles de IE de los estudiantes de los estudiantes de Educación
Media de la Institución Educativa Sor Josefa del Castillo, donde se evidenció
que el puntaje más bajo es 70,2 y el más alto es 89,0, puntajes muy bajos en
los diferentes componentes de la inteligencia emocional de acuerdo a lo
planteado por Bar-On (2000), lo cual, de acuerdo a lo
planteado por el mismo autor determina que los estudiantes encuestados tienen
una IE emocional subdesarrollada o muy baja con un considerable espacio de
mejor. En segundo lugar, se evidenció que los estudiantes de Educación media de
la Institución intervenida son renuentes a las situaciones de colaboración y
compromiso, lo cual, deben ser elementos a fortalecer e intervenir
psicopedagógicamente en el proceso de formación de la población estudiada.
De
acuerdo a los planteado por Azañedo (2020) se ha
descubierto que la inteligencia emocional está estrechamente relacionada con la
resolución de conflictos; entendiendo que la primera se refiere a la capacidad
de identificar, comprender y gestionar las emociones propias, así como las de
los demás y la segunda se refiere a la capacidad de manejar y resolver
conflictos de manera positiva y constructiva para lo cual se requiere contar
con una buena gestión emocional. Las investigaciones han demostrado que las
personas con altos niveles de inteligencia emocional están mejor equipadas para
gestionar conflictos. En este sentido y de acuerdo a lo expresado por la UNESCO
(2023) las habilidades emocionales y de resolución de conflictos juega un papel
crucial en el fortalecimiento de los procesos psicoeducativos en los
estudiantes de Educación Media.
Al
respecto, Obaco (2020) afirma que las habilidades en
resolución de conflictos brindan a los estudiantes herramientas prácticas para
enfrentar y resolver los desafíos interpersonales que pueden surgir en el
entorno educativo. Aprender a comunicarse de manera asertiva, a escuchar
activamente y buscar soluciones reforzadas beneficiosas promueve una cultura de
diálogo y negociación, impidiendo confrontaciones destructivas. Esto contribuye
a un clima escolar más armonioso ya una mejora en el rendimiento académico. Las
habilidades de resolución de conflictos son fundamentales para los estudiantes,
ya que les ayudan a abordar los desafíos interpersonales que pueden encontrar
en el entorno educativo.
Con estas
competencias, los estudiantes pueden comunicarse de manera efectiva, escuchar
activamente y buscar soluciones beneficiosas para todos que sería el estilo de
compromiso señalado por Kilmann y Thomas (1977),
evitando así confrontaciones destructivas y promoviendo una cultura de diálogo
y negociación. Al fomentar esa cultura, las escuelas pueden crear un entorno
más armonioso, lo que contribuye a mejorar el rendimiento académico; tales
como, la comunicación eficaz, la escucha activa y la búsqueda de soluciones
mutuamente beneficiosas son competencias propias de IE y de la resolución de
conflictos que los estudiantes deben desarrollar. Estas competencias permiten a
los estudiantes evitar confrontaciones destructivas y promover una cultura de
diálogo y negociación, tal y como lo describen Kilmann
y Thomas (1977). Al fomentar esa cultura, las escuelas pueden crear un entorno
más armonioso que contribuya a mejorar el rendimiento académico de los
estudiantes.
Asimismo,
Obaco (2020) señala que en la resolución conflictos
hay un componente de competencias afectivas-emocionales que juegan un papel
importante en la resolución de conflictos de manera asertivas, tales como la
autoconfianza, las relaciones sociales y la empatía, habilidades destacadas por
BarOn (1988), Bar-On y
Parker (2000) Gardner (1983) Salovey y Mayer (1990) y Bisquerra (2000; 2010
para el desarrollo de la inteligencia emocional. Lo planteado por estos autores
pone en evidencia la relación existente entre ambos constructos y la
importancia que sean incluidos en los procesos psicopedagogos tal y como
demanda la UNESCO (2023).
CONCLUSIONES
De
acuerdo a los resultados obtenidos de la aplicación de los instrumentos
seleccionados se concluye que la capacidad emocional y social de los
estudiantes es muy subdesarrollada o muy baja y con considerable espacio de
mejora; asimismo, se determinó que son renuentes a las situaciones de
colaboración y compromiso, lo cual, deben ser elementos a fortalecer e
intervenir a través de actividades psicopedagógicas. Es preocupante observar
que la capacidad emocional y la habilidad de resolución de conflictos se
encuentra en este nivel; lo que, indica que pueden tener dificultades para
establecer relaciones con los demás y gestionar sus propias emociones;
entendiendo, que estas son habilidades importantes que se requieren para el
éxito tanto académico, como personal. En este sentido, se sugiere que estas
áreas sean objeto de mejora a través de diversas estrategias educativas.
La
inteligencia emocional permite a los estudiantes comprender y manejar sus
propias emociones, lo que les facilita la autorregulación emocional y el manejo
del estrés. Al tener una mayor conciencia de sus propias emociones, los alumnos
pueden desarrollar una mayor empatía hacia los demás, promoviendo así una
comunicación efectiva y relaciones saludables. Esto contribuye a un ambiente de
aula más positivo y colaborativo, mejorando el proceso de aprendizaje y la
convivencia escolar. La inteligencia emocional es una habilidad valiosa que
debe ser desarrollada en los estudiantes; ya que, no solo beneficia su propio bienestar sino que también mejora sus interacciones con los
demás. A través de la IE los estudiantes aprenden a reconocer y gestionar sus
propias emociones, lo que les permite afrontar mejor el estrés y regular su
comportamiento. Esta autoconciencia y autorregulación también ayuda a los
estudiantes a desarrollar una mayor empatía hacia los demás. Cuando los
estudiantes están en contacto con sus propias emociones tienden a solucionar
mejor sus conflictos.
Al
fortalecer la inteligencia emocional y las habilidades en resolución de
conflictos, los estudiantes adquieren herramientas fundamentales para enfrentar
los desafíos emocionales y sociales que pueden encontrar en su trayecto educativo.
Estas habilidades no solo les benefician durante la educación media, sino que
también les proporcionan una base sólida para su desarrollo personal y
profesional a largo plazo. Las mismas son esenciales para que los estudiantes
se desenvuelven con éxito en su transitar educativo. La IE les ayuda a
comprender y gestionar sus emociones y las de quienes los rodean; lo cual, es
especialmente beneficioso tanto en lo personal como en lo académico.
En
resumen, al promover la inteligencia emocional y las habilidades en resolución
de conflictos a través de procesos psicoeducativos en los estudiantes de
Educación Media se fortalecen de manera positiva, fomentando su bienestar
emocional, su habilidad para desenvolverse de manera asertiva y su capacidad
para enfrentar y resolver conflictos de forma adecuada. La educación media es
una fase crucial en la vida de un estudiante en su transición de la niñez a la
adolescencia. Durante este tiempo, los estudiantes experimentan importantes
cambios físicos, emocionales y sociales. Es fundamental promover la
inteligencia emocional y las habilidades de resolución de conflictos en los
estudiantes de este nivel para ayudarlos a afrontar estos cambios
positivamente.
REFERENCIAS
Azañedo, M. (2021).
Inteligencia emocional, resolución de conflictos y convivencia escolar en
estudiantes de educación secundaria de una Institución Educativa de Trujillo –
2020. [Tesis de grado-Universidad Cesar Vallejo]. https://repositorio.ucv.edu.
pe/bitstream/handle/20.500.12692/58982/
A z a % c 3 % b 1 e d o _ S M A - S D . pdf?sequence=1&isAllowed=y
Bar-On, R. (1988). The development of a concept of psychological well-being. [Tesis doctoral sin publicar. Rhodes University.]
Bar-On, R. y Parker, J. D. (2000). The
emotional quotient inventory: Youth version. Multi- Health Systems.
Bisquerra,
R. (2000). Educación emocional y bienestar. Ciss.
Bisquerra,
R. (2003). Educación emocional y competencias básicas para la vida. Revista de
Investigación Educativa, 21, 1, 7-43. https://revistas.um.es/rie/article/ download/99071/94661/397691
Bisquerra,
R. (2010). Psicopedagogía de las emociones. Síntesis.
Bisquerra,
R. (2012). ¿Cómo educar las emociones? La Inteligencia Emocional en la infancia
y la adolescencia. Hospital Sant Joan de Déu
Bsiquerra, R. (2011). Educación
emocional. Revista padres y maestros, 337, 5-8. https://
redined.educacion.gob.es/xmlui/bitstream/
handle/11162/81300/00820113012348. pdf?s
Budjac, B. (2011). Técnicas de
negociación y resolución de conflictos. Pearson Educación de México
Gardner,
H. (1983). Frames of mind: The theory
of multiple intelligences. Basic Books
Goleman,
D (1995). Inteligencia emocional. KAIROS
Hernández,
R., Fernández, C. y Baptista, P. (2014). Metodología de la investigación.
McGraw-Hill.
Hernández-Sampieri,
R. y Mendoza, C (2018). Metodología de la investigación. Las rutas
cuantitativa, cualitativa y mixta. Mc Graw Hill Education
Kilmann, R. H., y Thomas, K.
W. (1977). Developing a forced-choice
measure of conflict-handling behavior: The “MODE” instrument. Educational and Psychological Measurement, 37(2), 309–325. https://doi. org/10.1177/001316447703700204
Molina-Isaza,
L., & Nova-Herrera, A. J. (2023). La inteligencia emocional, una
oportunidad para la gestión de la convivencia escolar. Praxis, 18(1), 15–32.
https://doi. org/10.21676/23897856.3878
Obaco, E. (2020).
Competencias docentes para la resolución de conflictos en el ámbito escolar.
Educere, 24 (77), 37-46. https://www. redalyc.org/journal/356/35663240004/
html/
Salovey,
P. y Mayer, J. D. (1989). Emotional intelligence. Imagination, Cognition and Personality, 913,
185-211. http://gruberpeplab. c o m / 3 1 3 1 / S a l o
v e y M a y e r _ 1 9 8 9 _ EmotionalIntelligence.pdf
Santos.
A. (2018). Relación entre la Inteligencia emocional, Socialización y sus
efectos en la Solución de conflictos en estudiantes de quinto de Secundaria de
Instituciones Educativas Estatales de la Región Püno
2015. Revista Científica Investigación Andina, 17(1)
https://revistas.uancv.edu.pe/ index.php/RCIA/article/view/357
UNESCO
(2023). Transformar-nos: marco para la transformación educativa basado en el
aprendizaje socioemocional en América Latina y el Caribe.
https://unesdoc.unesco. org/ark:/48223/pf0000383816
Zambrano-Cruz,
Y. y Lazo- Moreira, M. (2022). El desarrollo de la inteligencia emocional para
afrontar problemas psicosociales en niños prescolares. Revista Polo del
Conocimiento, 78(8), 602-631. https:// polodelconocimiento.com/ojs/index.php/ es/article/download/5092/pdf